Cuando un grupo quiere instituirse en caudillo o adalid de la
limpieza democrática, de la anticorrupción y además erradicar el amiguismo, el
enchufismo y todos los ismos que adolece la actual política y sociedad española, se le debe exigir mucho más que al resto de
los grupos a los que aspira a sustituir. Al fin y al cabo, a éstos ya los
conocemos y sabemos hasta dónde pueden llegar. Allá cada uno con su voto.
No me vale que sean
menos corruptos, ni siquiera que sean un poco corruptos, ni siquiera que quizás
alguno sea corrupto. NO. Así se empieza. Y Así empezaron los partidos hace 40 años, sin apenas
pecados, inmaculados. Tras 40 años de tejemanejes, se encuentran tantos dentro
del talego como fuera. Y con la sensación desagradable de que todavía no se
hace lo suficiente para evitar más corrupción. Pero sobre todo con cierta
sensación de derrotismo y fatalidad en estos asuntos: es España, ya sabemos
como somos, quien no la hace es porque no puede, eres estúpido si no te aprovechas,
bobo del culo si pagas el IVA etc.etc.
Y no voy a relatar ningún caso donde líderes de la formación
morada hayan pasado por los Tribunales, donde hayan sido desautorizados
administrativamente o hayan caído en los
mismos vicios (legales o no) que aquéllos a los que pretenden sustituir. Llámenme extremista pero a estas alturas
exijo todo o nada. Ya estoy harto. No puedo dar un voto a un grupo que me
promete el cielo, cuando ellos no son precisamente arcángeles.
Y es que cuando alguien hace de la limpieza democrática, de
la anticorrupción su único y último objetivo (y por ello, contarían con mi
voto), debe ser inmaculado en su origen (no me valen gente con cierto pasado farragoso
y obscuro). Sus miembros no deben tener culpas, no deben caer en los mismos
deslices de la “vieja política”. Eso, o ser humildes para reconocer que la
gestión del poder desgasta y corrompe. Si, a ellos también.
Y precisamente humildes no son. Y esa falta de humildad, de
generosidad, de disputa y bronca continua, de actuar reiterada y obcecadamente
con un tipo de estrategia que agota cualquier posible negociación política con
otros, que queréis que os diga, me los
hacen más humanos, menos mensajeros, menos bienaventurados y en definitiva más
proto-casta. Y por ello no puedo votarles, por ser tan solo un grupo
político más, con una idea fuerza y marketing distinto, quizás como corresponda
a los nuevos tiempos, pero bajo esa capa, nada nuevo. Y lo siento por mí.